Dejaste que salieran
lobos hambrientos y traicioneros
buscando carroña
ahora les pertenecemos
todas las palabras por decir
les pertenecen
(ya no puedo decir nada sin que el odio brame,
ya no podés decir nada sin que el odio brame)
ya no somos hombre o mujer
tristes espejismos de la rabia
ellos nos hilan, nos entrelazan
para que seamos los carniceros
de su banquete.
jueves, 26 de julio de 2007
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1 comentario:
Las palabras por decir, aunque sean patrimonio de una jauría de fauces hambrientas, siempre son domesticables. Son las palabras por no decir la verdadera alimaña que, a veces, nos consume desde dentro. Y éstas son inapelables.
Me gustan tus textos, enigmas que se interrogan a sí mismos y nos interrogan revolviendo la conciencia.
Un abrazo.
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